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Curar la impotencia y desmontar mitos

Los mitos sexuales aumentan el nivel de exigencia y pueden desencadenar impotencia. En este artículo aprendemos a desmontar esos mitos sexuales.


Es muy frecuente que al mantener relaciones sexuales nuestras expectativas sean muy elevadas – irreales – y que esto nos lleve a un nivel de insatisfacción que sea el detonante de nuestra impotencia.

Curar la Impotencia y Desmontar mitos 01
Para comenzar a superar esta situación que tanto nos afecta debemos aprender primero qué hay de real en estas expectativas, qué es lo realmente importante en la relación sexual, hasta qué punto estamos siendo realistas con nuestras posibilidades y nuestras expectativas y si no será que estamos poniendo el listón demasiado alto y somos nosotros mismos los que – de manera inconsciente – estamos desencadenando nuestro problema de disfunción eréctil.

Esta bitácora versa sobre cualquier tipo de impotencia (excepto la traumática, donde sólo los médicos te pueden ayudar) pero se especializa en la más frecuente: la impotencia psicológica, en la cual es nuestra mente, nuestra manera de modelar la realidad el detonante de nuestro problema.

En la impotencia psicológica es importante (no esencial) que seamos conscientes de qué estamos diciendo a nuestra mente. Es frecuente que estos pensamientos se refieran a falsos mitos y, por tanto, tenemos que conocer


Los falsos mitos sexuales y la impotencia



Veamos pues si nos sentimos identificados con alguno de los mitos sexuales más frecuentes, si alguno está en nuestra línea de pensamiento:

El Sexo es cuestión de orgasmos.

Este es sin lugar a dudas el mito más extendido, sobre todo entre los hombres. El número de orgasmos, la intensidad que se obtuvo en cada uno de ellos y su calidad es una cuestión muy debatida, continuamente se oyen leyendas de actuaciones épicas no contrastadas y generalmente falsas y, lo que seguro todos hemos vivido en más de una ocasión: se tiende a exagerar incluso hasta situaciones claramente irreales.

El problema es que esta exageración, esta prevalencia de gente inclinada a sobrevalorar el orgasmo, nos afecta y tendemos a querer emular sus “hazañas”. De igual manera que sería una tontería que intentáramos emular al actor de una película X (es como si de repente consideráramos que somos débiles por no tener la destreza de rambo en el combate y nos decayéramos por no poder emularlo: ¡que es una película ¡), tampoco debemos sentirnos decaídos por no poder emular las exageraciones de nuestros amigos.

La relación sexual es una experiencia muy personal, algo que sólo compartimos con nuestra pareja y, para comenzar a superar nuestra impotencia psicológica, es con ella con la que debemos encontrar una manera que se nos adecúe y satisfaga, una manera a nuestro ritmo e intensidad.

Para emular a nuestros amigos solo es necesario ser tan maquillador de la realidad como lo son ellos.

Un mundo de números.

Vivimos en un mundo de números: cuántas horas trabajas, cuánto dinero ganas, cuántos pantalones tienes, etc. y solemos trasladar esta mentalidad estadística a nuestras relaciones sexuales: cuántos coitos practicamos, cuántos orgasmos conseguimos, cuánto tiempo dedicamos, qué frecuencia semanal, qué evolución temporal están teniendo nuestras relaciones, etc.

Estamos más pendientes de cumplir con las estadísticas que de aquello que realmente nos aporta la relación.

No podemos caer en esta trampa. El nivel de satisfacción no se puede medir. Aunque algunos te dirán que cuanto más dinero tienes, más feliz eres, la realidad estadística (ya que te gustan los números) es que los países más felices no son los más ricos. Con un nivel suficiente de dinero, la felicidad que alcances dependerá de tus expectativas, de cómo lo gestiones y de a qué lo dediques.

El sexo no es una cuestión de números. Para superar la impotencia psicológica, deja de contar y dedica tus esfuerzos a lo que realmente importa y es el disfrutar, dar y recibir en cada relación, aunque esta no incluya coito ni orgasmo.

Diferencia de género

En la sexualidad de pareja, que hombres y mujeres somos distintos es algo innegable tanto física como psicológicamente. Pero esta diferencia tiende a maximizarse llegando a resultar problemática.

Ni los hombres son animales de pensamiento único que se pasan las 24 horas del día pensando en el sexo, ni las mujeres son tan románticas como se les atribuye y también buscan en ocasiones la satisfacción puramente sexual en la relación.

Resulta contraproducente el estar constantemente intentando cumplir con esta falsa expectativa, con este mito que nos acarrea más problemas que ventajas. Para superar la impotencia debemos comenzar a aceptar nuestra manera de vivir la sexualidad, nuestra frecuencia, intensidad, calidad, etc. Debemos aprender nuestra manera de sentir y hacer y centrarnos en encontrar la manera de disfrutar de nuestra propia sexualidad y la de nuestra pareja, conectando con ella a nuestro ritmo.

Cuerpos esbeltos

Cuerpos de ensueño. ¿Realmente consideras que es necesario tener un cuerpo perfecto con unas medidas ideales para disfrutar del sexo?

La respuesta es simplemente no. Permite recordar una historia que nos lleva a un hombre ya muy mayor que intenta a mantener una relación sexual con una joven y al mostrar su cuerpo viejo, débil y de pene pequeño, ve como la joven se ríe y le pregunta ¿A quién piensas dar placer con eso viejo? A lo que el experimentado hombre le contesta: A mí.

En una relación de pareja, lo importante no es tu cuerpo ni el de tu pareja, lo importante es nuestra destreza y desempeño, lo que queramos transmitir y recibir. Para superar el bloqueo que te está conduciendo a la impotencia sexual psicológica debes entender que la realidad de un buen amante, la diferencia entre un amante resolutivo y otro solo aparente, está en la capacidad de dar y de saber recibir, una capacidad íntimamente ligada a la seguridad en uno mismo.



En este artículo hemos visto mitos sexuales que, aunque aparentemente tengamos superados, suelen influirnos, solemos tenemos interiorizados y nos afectan. Mitos con esquemas que hacen que pongamos nuestras expectativas en niveles irreales y que olvidemos lo realmente importante en las relaciones: dar y recibir satisfacción. Esquemas mentales de pensamiento que debemos superar para superar nuestro problema de impotencia (psicológica o no).



Alimentos para la impotencia

Impotencia y alimentación no están reñidos, veamos qué alimentos van a ayudarnos a superar nuestra disfunción eréctil.


Cuando hablamos de impotencia, de la incapacidad mantenida en el tiempo de tener o mantener una erección, esta puede ser debida a distintos problemas que van desde traumatismos (lesiones que rompen los sistemas necesarios), causas físicas (enfermedades y medicaciones tomadas para superarlas o consumo de sustancias no acertadas) o psicológico (cuando no existe un origen físico de nuestra impotencia y esta responde a una alteración de nuestra mente).

Alimentos para la impotencia
Aunque el objeto principal de esta bitácora es la impotencia psicológica, lo que vamos a tratar en este artículo es aplicable también a la impotencia de origen físico.

Cuando sufrimos de una disfunción eréctil de origen psicológico, la primera opción es considerar que el tratamiento que nos va a conducir a su cura se va a centrar en reconducir nuestros pensamientos para que no nos perjudiquen en materia eréctil. Si bien este planteamiento es acertado en cierta medida, el tratamiento de la impotencia psicológica va necesariamente a ir un poco más allá y se va a centrar en tres puntos principales:
  • Revisión de nuestros pensamientos personales
  • Revisión de nuestra relación, nuestra pareja, nuestro entorno, sus influencias.
  • Revisión de nuestra alimentación.


Cuando hablamos de impotencia, una causa directa de la misma suele estar en la alimentación. Aun cuando hablamos de impotencia psicológica, aquella que está motivada por alteraciones en la manera que tenemos de razonar la realidad, un punto que debemos considerar es si nos estamos alimentando de manera adecuada o estamos dificultando aún más el problema mediante un maltrato a nuestro cuerpo.


Qué comer para curar la Impotencia



En el punto relativo a la alimentación que nos va a ayudar a superar nuestra disfunción eréctil, debemos considerar cómo se produce la erección:

La erección es un proceso de respuesta a una excitación mental. Cuando nuestro cerebro se excita, envía las órdenes adecuadas para que se desencadene la erección. En estas órdenes están aquellas que hacen que (entre otras cosas) nuestro cuerpo comience a bombear sangre a los cuerpos cavernosos que forman el pene y, con ello, conseguimos la erección.

Aunque en la impotencia psicológica, el problema principal suele estar en estas órdenes por parte del cerebro, si nuestro cuerpo tiene problemas circulatorios, el problema se agrava. Necesitamos un nivel mucho mayor de excitación para conseguir la erección.

En consecuencia, el primer punto que deberemos atacar es cómo podemos mejorar nuestro sistema circulatorio. En este punto existen múltiples cosas que podemos hacer: ejercicio, dejar de consumir determinadas drogas (legales o ilegales), dejar el tabaco,… y el objetivo de este artículo: modificar aquello que comemos para favorecer la circulación.


Alimentos que van a agravar la impotencia


Grasas Saturadas: Aquella grasas animales que son sólidas a temperatura ambiente. Aunque normalmente las vamos a encontrar en la carne animal roja, también se pueden encontrar en manecas, coco o aceite de palma.

Grasas Trans: En realidad estas grasas son un proceso químico sobre los aceites vegetales. Aunque estos aceites no son originariamente perjudiciales, el proceso de hidrogenado al que se someten sí los hace malos para la circulación. Estas grasas están presentes fundamentalmente en las margarinas y la repostería industrial.

Harinas y azúcares refinados: siguiendo con el tema de la pastelería y la bollería.

Alcohol: el más claro ejemplo de que lo importante es la cantidad justa. Un consumo moderado de alcohol puede incluso ser beneficioso para la salud, pero todos conocemos su efecto sobre la erección cuando la cantidad ingerida es excesiva.

Sal: Directamente relacionada con la presión arterial y la retención de líquidos.


En definitiva, casi todos conocemos qué no debemos comer para no perjudicar a nuestra circulación y casi todos somos conscientes además de la dificultad de mantener una dieta adecuada pero, para favorecer la recuperación de nuestro pene, vamos a tener que cambiar de hábitos: abandonar la copiosa cena del carne de cerdo asada en guarnición de patatas fritas a punto de sal culminada con tarta de chocolate, copa y puro,por la algo, puede que menos apetecible, pero mucho más saludable como la pechuga de pollo a la plancha con guarnición de ensalada, medio vaso de vino tinto y de postre una fruta del tiempo.


Alimentos beneficiosos para la impotencia



En este punto de qué sí debemos comer, es importante conocer que uno de nuestros principales enemigos va a ser el llamado colesterol malo, que se va a quedar pegado en las paredes de nuestras venas, haciéndolas cada vez más estrechas y dificultando la circulación: el consumo de pescado azul, vegetales de hoja verde oscura, nueces (sin exceso), ajos y verduras, serán nuestros aliados en la lucha contra este enemigo.





En otros artículos trataremos más concretamente qué alimentos van a resultarnos beneficiosos para superar nuestra impotencia: alimentos que van a estimular la erección, pero por el momento es importante que revisemos la manera en la que estamos alimentándonos para intentar modificar nuestra dieta dejando de lado aquellos alimentos que perjudican el riego sanguíneo y favoreciendo aquellos que la estimulan, mejorando así nuestra capacidad de tener erecciones y, por tanto, ayudándonos a superar la impotencia psicológica.




Impotencia Psicologica: Ansiedad

La impotencia psicológica puede responder a distintos trastornos. En este artículo tratamos la impotencia psicológica por Ansiedad.


Dentro de los distintos trastornos conocidos genéricamente como neurosis, uno que suele referirse de manera incorrecta es el de Ansiedad. La ansiedad es un sistema de defensa alojado en lo más primitivo de nuestro cerebro (la amígdala).

Impotencia Psicologica Ansiedad
La Ansiedad es el mecanismo automático que activa nuestras defensas cuando percibe que estamos en peligro. Es un sistema por tanto preventivo y el que permitió que el hombre primitivo superara los peligros de los primeros tiempos de su historia cuando apenas disponía de recursos para enfrentarse a los peligros de la naturaleza.

La Ansiedad como sistema está presente en todos los seres humanos y, como decíamos, es un sistema beneficioso, pues nos prepara previniendo el peligro y preparándonos para superarlo con más garantías.

Cuando decimos que una persona padece de ansiedad en realidad lo que estamos intentando expresar es que padece de “trastorno de ansiedad”, esto es: su sistema ansiedad no funciona correctamente y está informando de peligros que no existen o no es capaz de determinar cuando el peligro a pasado y, por tanto, no se desactiva nunca o la respuesta que está provocando en nuestro cuerpo es desproporcionada para el peligro real.

El trastorno de ansiedad suele ir acompañado, además de los trastornos de inquietud, nerviosismo, trastornos del sueño, etc. que parecen considerarse “normales” (pues se asocian a problemas de la mente), de gran cantidad de síntomas físicos muy diversos y que resultan más difíciles de asimilar que respondan a este trastorno. Síntomas como dolores cervicales, mareos, vómitos, diarrea, sensaciones de irrealidad, sensaciones de ahogo, sensaciones de arritmias y fallos cardiacos, etc.

En este artículo vamos a tratar de la relación que existen entre la impotencia (la disfunción eréctil) y la ansiedad.

Hablar de impotencia psicológica es hablar de un trastorno en nuestro sistema de erección, una alteración que hace que no podamos tener una erección o que, cuando la tengamos, esta no tenga la fuerza o se mantenga el tiempo necesario para completar una relación satisfactoria.

El órgano principal que interviene en la erección es el cerebro. El cerebro es el primer y principal involucrado en la estimulación, es el auténtico afrodisiaco. Cuando tenemos ansiedad este es también el primer involucrado y, con ello, tenemos una pescadilla que se muerde la cola. Simplificando:

  • Cuando tenemos ansiedad nuestro cerebro no reacciona correctamente, está constantemente en alerta informándonos de peligros que no existen pero que percibe y nos hace sentir como reales. La ansiedad nos provoca problemas físicos, de origen psicológico es cierto, pero en sí reales: muy reales. Con este coctel, con un cerebro que no es capaz de centrarse y con un cuerpo dolorido, tenemos todos los ingredientes anti-libido y, por tanto no es de extrañar que se produzca la impotencia psicológica.

  • Al tener impotencia no podemos mantener relaciones y esto, a su vez, trae dos consecuencias principales: La primera es que en esta relación nuestro cuerpo produciría gran cantidad de sustancias “del bien estar” que nos ayudarían a sobrellevar, incluso curar nuestra ansiedad. Sustancias pues que no producimos. La segunda tiene que ver con el hecho de que la impotencia va a generarnos sentimientos de inseguridad, sentimientos de que ya no somos capaces de estar con nuestra pareja, sentimientos desagradables que van a hacer que temamos el tener (y no volver a tener) relaciones y que van a disparar aún más nuestros niveles de ansiedad.


Esta bitácora no surge con la única intención de describir el problema sino que pretende ofrecer soluciones a la impotencia psicológica y, por tanto, te mostramos


Recursos para superar la impotencia psicológica por Ansiedad

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Ante la impotencia psicológica producida por ansiedad, deberemos utilizar aquellos recursos que nos permitan aprender a manejar la ansiedad hasta niveles tolerables, hasta niveles en los que podamos reemprender nuestra actividad sexual algo que, como ya hemos visto, no sólo nos va a permitir superar nuestra impotencia psicológica sino que va a dotarnos de un arma muy valiosa en nuestra tarea de superar el trastorno de ansiedad.



Relajación.

Existen multitud de métodos para relajarnos. Dependiendo del tipo de persona que seas, encontrarás más o menos beneficios en ellos y mayor o menor dificultad en ponerlos en práctica. Probablemente el más simple sea aquel que consiste en centrar nuestro cerebro en aquello opuesto a lo que normalmente realiza: si eres una persona que tiene un trabajo intelectual, deberás buscar actividades manuales para centrar tu mente, de manera análoga, si tu actividad diaria es fundamentalmente física, deberemos buscar actividades más “intelectuales”.

Otros métodos de relajación incluyen técnicas de respiración, yoga, mindfulness, etc. Si estos métodos te parecen esotéricos, siempre puedes recurrir a la relajación muscular progresiva un sistema físico y pautado para conseguir relajarte.

Un problema frecuente en la gente de padecemos de ansiedad es que queremos soluciones rápidas. La relajación, la capacidad de relajarse a voluntad (como casi todo en esta vida) es algo con lo que pocos nacen. Aprender cómo relajarnos es algo que llevará un tiempo y el hacerlo con una relativa soltura un poco más de práctica, pero es algo que podemos conseguir y va a sernos muy beneficioso.


Visualización.

De igual manera que los actuales entrenadores de los equipos deportivos, preparan en partido y motivan a sus jugadores mostrándoles las mejores jugadas, los momentos más emotivos, los logros, etc., nosotros podemos utilizar la visualización para manejar nuestra ansiedad ante el acto sexual y tratar así nuestra impotencia.

En un lugar tranquilo y sin interrupciones deberemos imaginar qué y cómo va a desarrollarse nuestro próximo encuentro. Debemos imaginar cada detalle intentando no olvidar ninguno, desde los prolegómenos, el desempeño, el encuentro en sí y los momentos posteriores.

En esta recreación imaginativa no debemos introducir nuestros miedos, (no queremos profundicar en nuestra nuestra disfunción eréctil sino resolver nuestro problema de impotencia), debemos imaginarnos con todo nuestro cuerpo y nuestro ser involucrado en aquello que estamos haciendo, resolviendo la situación de manera satisfactoria para nosotros y nuestra pareja.

Si vemos que nos atenazan nuestros miedos probaremos a cambiar el enfoque de la cámara: si estamos imaginando la situación como si viéramos una película, cambiaremos y trataremos de imaginarnos la situación como si la cámara estuviera en nuestros ojos. Si estábamos imaginando como si viéramos directamente, cambiaremos la perspectiva a verla desde fuera, como un observador. Modificaremos el punto de vista hasta encontrar aquel con el que nos sintamos más cómodos.

Complicidad.

Un problema frecuente en la impotencia psicológica es el temor que nos produce por el reparo educacional que todos hemos recibido. Debemos entender que la impotencia es un problema que sufre uno de los miembros de la pareja pero que afecta a los dos y, por tanto, requiere de los dos para ser superado.

Debemos hablar con nuestra pareja, buscar su apoyo y complicidad en la búsqueda de la solución. Contar con nuestra pareja, con que ella sea conocedora del problema, con que ella está con nosotros en este proyecto (sin que con ello vaya a protegernos o disculparnos falsamente). Este es un eje que nos va a permitir afrontar el problema con nuevas perspectivas.


Ejercicio Físico.

La práctica regular del ejercicio físico nos va a proporcionar muchos beneficios. Al hablar de esta práctica no estamos refiriéndonos a que nos apuntemos a un gimnasio y pasemos de la noche a la mañana a convertirnos en atletas, podemos practicar ejercicios sencillos y muy económicos – recordemos nuestro artículo sobre los beneficios de caminar en la impotencia psicológica

La práctica del ejercicio físico va, además, a sernos de gran ayuda en nuestro empeño por conseguir manejar la ansiedad.

En resumen: la inclusión del ejercicio físico en nuestra rutina, va a beneficiar nuestro estado de salud general pero va a sernos de gran utilidad para superar los trastornos de ansiedad y de impotencia (psicológica).



Sabemos que estas técnicas, estos recursos para superar la impotencia psicológica por ansiedad, pueden resultar poco convincentes para determinadas personas, pero podemos asegurar que funcionan y son una base muy sólida sobre la que construir nuestra recuperación.



Curar la impotencia en tres semanas

Impotente, eso somos: impotentes. Tenemos problemas de erección nosotros, sí, pero afecta a la pareja. En este artículo analizamos cómo resolverlo.


Cuando nos damos cuenta de que nuestro antaño gran amigo “sandokan” se ha tomado unas vacaciones y, aparentemente, no tiene intención de volver en breve, tenemos una sensación de vacío, una percepción de que alguien nos está traicionando.

Curar la impotencia en tres semanas
Primero pensamos que será algo pasajero, un gatillazo fruto del infortunio, la edad o esas copas de más. Cuando la situación comienza a hacerse rutinaria, repetimos el gatillazo o notamos que nuestra erección o no viene, o no tiene la fuerza de antes o no se mantiene el tiempo necesario para permitirnos que la relación sea satisfactoria, en ese momento somos conscientes de que somos impotentes.

La temida disfunción eréctil nos ha atrapado. Empezamos a dudar, toda la cultura que nos rodea ahora nos es hostil: no somos hombres, no podemos responder ante nuestra pareja, hemos perdido la virilidad, etc.

Superado este primer momento de crisis (para lo cual esperemos que te hayan sido de utilidad nuestros artículos anteriores), una vez hemos comprendido que sí tenemos un problema de impotencia pero no por ello somos menos “machos” que antes, es el momento de afrontar la realidad y superar el problema de la impotencia.

En este artículo te hemos dicho que te vamos a “desvelar” un sistema y, fieles a nuestra palabra, vamos a explicarte en qué consiste.

Antes debes responder a estas tres preguntas:
  • ¿Tienes pareja?
  • Tu pareja y tú ¿vivís juntos o tenéis posibilidades de mantener relaciones con continuidad?
  • Tu pareja ¿Entiende que es un problema de pareja?

Para poder aplicar esta “solución”, este tratamiento de tres semanas, para curar la impotencia, la respuesta a las tres preguntas anteriores debe ser sí. Necesitas tener pareja por que, como verás, es pieza clave en el tratamiento. Necesitas tener la oportunidad de mantener relaciones porque vas a tener que practicar mucho. Y, lo más importante, necesitas que la pareja te apoye.

En la resolución de la impotencia psicológica, cuando tratamos de personas que tienen pareja, es importantísimo que esta comprenda que la impotencia no es algo que afecte a tu capacidad como hombre y, por tanto, que el impotente no se sienta atacado y pueda confiar en su pareja para juntos resolver el problema. Es importante que la pareja comprenda que es un problema que tiene uno de los miembros pero que afecta a la pareja en sí (en otro momento puede ser el otro miembro el afectado). Es importante que entienda todo esto pues debe participar de manera activa en la solución que proponemos.



Ahora, sin más preámbulos, veamos en qué consiste esta


Cura de la impotencia en tres semanas.



Como comentábamos este tratamiento va a implicar que ambos miembros de la pareja estén de acuerdo y dispuestos a trabajar juntos en la resolución del problema. Necesitamos el compromiso de que van a realizar estos “ejercicios” por lo menos cuatro veces a la semana.

Primera semana:

En la primera semana de nuestro “tratamiento” vamos a tener que hacer algo que puede resultar difícil (o no): En la primera semana NO mantendremos ningún tipo de relación sexual con nuestra pareja. Se puede ser afectivo, educado, conversar, etc. pero nos abstendremos de cualquier tipo de contacto: no caricias, no besos y, mucho menos, lo que estáis pensando.

Segunda semana:

Por lo menos en cuatro ocasiones, en cuatro días distintos, ambos miembros de la pareja estaremos desnudos. Por turnos, primero uno y luego otro, nos tumbaremos y recibiremos las caricias de nuestra pareja por lo menos durante 20 minutos. En estas caricias, el que acaricia se abstendrá de acariciar las zonas genitales (regla que no puede saltarse) y se centrará en percibir las respuestas del acariciado. El acariciado se centrará en sentir y hacer percibibles sus sensaciones (que el otro note cómo nos está afectando),

Tercera semana:

Hemos llegado a la última semana de nuestro plan de cura de la impotencia. En esta semana volveremos a estar desnudos durante por lo menos cuatro días, en esas cuatro (o más ocasiones) volveremos a alternar el tratamiento, en estos encuentros volveremos a tener que acariciar a nuestra pareja y dejar que nos acaricie, podremos eso sí, acariciar las zonas genitales pero teniendo presente que no se busca en ningún momento el que nuestra pareja llegue al orgasmo, sólo buscamos darle placer y aprender qué y cómo le excita, así como mostrar a nuestra pareja qué y cómo nos excita de lo que hace.



Hemos acabado el tratamiento. No debemos esperar nada en concreto, no debemos suponer que ahora nuestras fuerzas estarán como cuando teníamos muchos años menos. No tenemos que exigir nada. Simplemente debemos retomar nuestra relación sin forzar, dejando que sean nuestros instintos quienes nos guíen en cuando y cómo mantener una relación con la pareja y hacerlo sin buscar nada más allå que el sentir y hacernos sentir.

Recordar: el orgasmo no es la meta última, sino el dar y recibir satisfacción a nuestra pareja.


Puede que tres semanas te parezcan mucho tiempo, pero en realidad no son nada si superas el problema y dejas de considerarte impotente. Puede que pienses que este sistema no es útil o que con tu impotencia psicológica no va a funcionar, en ese caso permítenos una consideración: no te va a suponer ningún costo económico y, como máximo, te arriesgas a aprender qué y cómo darle placer a tu pareja sin necesidad de utilizar a “sandokan”.




Como mantener la ereccion

Impotencia puede ser: no tener erección o tenerla pero débil y por poco tiempo. En este artículo veremos cómo podemos mantener la erección por más tiempo.


Como mantener la ereccion
Por experiencia propia, sabemos lo traumatizante que resulta la impotencia. Es muy probable que ni tú mismo fueras consciente de este extremo hasta que lo padeciste. La impotencia supone un gran impacto inicial, algo que hacías, algo que te llenaba, algo que compartías con tu pareja,.., ahora no puedes hacerlo.

En este artículo vamos a centrarnos en un caso muy concreto de impotencia, un caso mucho más frecuente en el tema central de nuestra bitácora: la impotencia psicológica y su cura, es el caso de aquellas personas que – sí consiguen tener una erección -, pero no somos capaces de mantenerla durante el tiempo necesario para que la relación sea satisfactoria.

El primer punto que debemos tener claro es



Cómo se produce la erección.

La erección es una respuesta mental a un proceso de excitación sexual.

Cuando el hombre se excita sexualmente, su cerebro comienza a enviar órdenes a su pene para que se llene de sangre y con ello se consigue que los cuerpos cavernosos que forman el pene se hinchen consiguiendo la llamada erección.

El cerebro continuará remitiendo estas órdenes hasta que se produce la eyaculación (señal de que ha acabado el coito). Cuando el cerebro deja de emitir estas órdenes, la sangre vuelve a su circulación normal deshinchando los cuerpos cavernosos del pene.

Aunque el proceso es algo distinto y más complicado que el descrito, creemos que esta explicación basta para entender qué proceso sigue la erección. Un proceso en el que el principal implicado es el cerebro y las órdenes que remite a nuestro pene.

Cuando estamos hablando de una impotencia física, el problema estará en que hay un problema en esa comunicación o una imposibilidad por parte de nuestro cuerpo de cumplir la orden. En el caso que nos atañe, en el caso de la solución a la impotencia psicológica, en la que no existe ningún problema físico (incluidos trastornos por sustancias) que impidan la comunicación o que nuestro cuerpo responda, en este caso de disfunción eréctil por problemas psicológicos, el problema frecuentemente es que nuestro cerebro no emite las órdenes.

Centrándonos en el problema concreto de nuestro artículo, el problema no es tanto el que se produzca la erección (algo que puede costar más o menos pero se produce) sino el cómo mantener la erección durante el tiempo suficiente para completar la relación de manera satisfactoria.

Conocido cómo funciona el proceso de la erección, es fácil deducir que el problema en el caso de la impotencia psicológica que no puede mantener la erección está en que nuestro cerebro “se despista” y deja de mandar las señales de que esa erección debe mantenerse.

En nuestro artículo “El Mejor Afrodisiaco Natural”  ya tratamos sobre cómo es posible estimular a nuestro cerebro para que aumente su capacidad de excitación y así tener más facilidad de tener erecciones.

En este punto vamos a centrarnos sobre dos puntos que van a aumentar nuestra autoestima, nuestro conocimiento de nuestro cuerpo y por tanto van a hacer que seamos capaces, no solo de tener erecciones, sino de mantenerlas durante mucho tiempo. Notar que, estas técnicas resultan útiles para las personas impotentes pero también para aquellos que no tienen impotencia pero quieren mejorar su rendimiento, la ponencia y la duración de su erección.


Como Mantener la Erección con Alimentos



Algunas personas continúan pensando que la solución a sus problemas está en la ingesta de las denominadas pastillas azules. Puedes revisar nuestros artículos anteriores para comprobar por qué tomar pastillas para la erección; puede no ser buena idea.

Aunque no tenemos porqué recurrir a la química, no por ello hemos de renunciar al conocimiento. En este caso concreto tenemos que hablar de un aminoácido llamado Arginina. La arginina es un aminoácido que tiene la propiedad de aumentar la cantidad de óxido nítrico en la sangre. Este mayor aporte hace que se dilaten las paredes de los vasos sanguíneos y se vuelvan más elásticos incrementando el nivel de circulación de la sangre: mejor riego y mayor distribución de oxígeno y nutrientes.

Un incremento que afecta a todo nuestro cuerpo y, en concreto, a nuestro pene, facilitando no sólo el que se produzca la erección sino mejorando la potencia, el rendimiento y la resistencia de esta. Un componente que va a ayudarnos a tener y a mantener la erección de una manera física (independiente de nuestra mente, nuestro cuerpo estará más preparado) y, por tanto, va a facilitar que necesitemos menos estímulo para conseguir nuestro objetivo.

Por supuesto, podemos conseguir concentrados químicos de esta sustancia, pero para nuestro objetivo basta con la que podemos conseguir de manera natural introduciendo en nuestra dieta:
  • Hígado de ternera
  • Semilla de girasol
  • Chocolate
  • Frutos secos: nueces, almendras, cacahuetes.
  • Chocolate
  • Leche


Importante: si eres una persona que sufres de diabetes el consumo de arginina está contraindicado y, por tanto, debes consultar a tu médico sobre tu intención de tomarla y atender a sus indicaciones.


Como Mantener la Ereccion con Ejercicio



Antes hemos hablado de la importancia que tiene la mente en que se produzca y que se mantenga la erección, hemos explicado el sistema de órdenes que nuestro cerebro manda a nuestro miembro para que se ponga erecto y se mantenga en esta posición.


En este punto vamos a tratar un aspecto distinto, por mucho que nuestra mente nos indique algo, existe una “capacidad física”, esto es, podemos querer hacer más flexiones, podemos mentalmente intentarlo y nuestro cuerpo, simplemente, ya no puede.

Pese a lo que algunos defienden (de manera totalmente absurda – pues sólo hay que mirar algo de anatomía - ) el pene no es un músculo y, por tanto, no puede “ejercitarse” para incrementar su rendimiento. La buena noticia es que sí tenemos un músculo que es muy importante en la erección y, sobre todo, en como mantener la erección, es el llamado músculo pubocoxigeo.

El músculo pubocoxígeo es el encargado de controlar dos funciones principales para nuestro interés: el mantenimiento de la erección, será el músculo que se cerrará e impedirá que la sangre abandone nuestro pene y la orina, es el músculo implicado cuando vamos a hacer “aguas menores”.

Decimos que es importante que intervenga en los dos procesos porque es precisamente esta función de orinar la que vamos a utilizar para fortalecerlo. La manera más fácil radica en cambiar nuestros hábitos urinarios. A partir de ahora, cuando sintamos la llamada de la naturaleza, en lugar de dejar que el torrente se desborde alocadamente, nos centraremos en irlo cortando cada poco tiempo: dejar, cortar (retener hasta tenerlo relativamente controlado), volver a dejar, volver a cortar...

Con este simple cambio de habito, fortaleceremos el músculo y nos resultará mucho más fácil el mantener la erección. Como en el caso de la alimentación, este “truco” es válido tanto si padecemos de impotencia como si no.



Hemos hablado ya de la importancia que tiene la mente en el proceso de tener y mantener la erección, el punto clave que hace que existamos personas con impotencia psicológica pero, con la ayuda de las técnicas que hemos expuesto, podemos reforzar nuestro cuerpo y con ello mejorar nuestro nivel de confianza, un punto clave en el proceso de curar la impotencia psicológica.



Remedios para la impotencia

En este artículo vamos a tratar qué remedios podemos utilizar en el tratamiento de la disfunción eréctil, en la cura de la impotencia.


Hablar de disfunción eréctil es hablar de un problema que ha afectado a los hombres desde el principio de los tiempos. Un problema el de la impotencia que existe desde siempre pero, que se ha hecho más palpable en la sociedad actual, pues antes existían muchos más tapujos que dificultaban o impedían el hablar de ella.

Remedio Para La Impotencia
Ciclista en la pared - Toni RaskoInikov
La sociedad ha avanzado, actualmente ante un problema de disfunción eréctil es fácil encontrar información: la prensa, la televisión, Internet, las ciudades están plagadas de consultorios de psicólogos y sexólogos, es fácil acudir a terapias de pareja o, lo más próximo, la consulta a nuestro médico de cabecera o asistir a nuestro centro de especialidades.

Con la nueva sociedad, afortunadamente, se ha perdido gran parte del pudor que existía en tratar los problemas sexuales, los problemas de erección (en este caso la disfunción eréctil o impotencia).

Menos pudor para expresar nuestro problema y buscar ayuda, más medios y más cercanos para resolverlo y un resultado sorprendente: Según diversos estudios, el problema de la disfunción eréctil en lugar de estar cada vez más erradicado, se encuentra en prefecto estado y creciendo. Con la llegada de los nuevos tiempos, los problemas de erección se están incrementando cada vez más.

Es precisamente en esta coincidencia donde debemos encontrar el origen del problema. Si la sociedad moderna provee más tratamientos y más efectivos para curar la impotencia y cada vez son más las personas que padecen de disfunción eréctil, la conclusión sólo puede ser una: es la propia sociedad moderna la que está provocando este incremento en el número de personas con problemas de erección.

La sociedad actual, con todos sus avances, nos está arrastrando cada vez más al sedentarismo (no hacemos ejercicio y nuestros trabajos ya no suelen requerir de esfuerzo físico), las ciudades y pueblos están contaminados, estamos rodeados constantemente de contaminación atmosférica, acústica, visual, nuestros alimentos están tratados químicamente, etc.

Nos hemos convertido en autómatas arrastrados por el ritmo de vida actual, acudimos a los sitios en coche o transporte público, subimos por las escaleras mecánicas o cogemos el ascensor, no preparamos las comidas, no tenemos tiempo, compramos comida preparada, o comida rápida, cuando nos duele algo o tenemos algún problema físico acudimos al auxilio rápido de los comprimidos químicos (las pastillas), etc. En definitiva, con la sociedad actual, estamos contaminado nuestro organismo.

La sociedad actual nos ha hecho creer que éramos nosotros quienes disponíamos del control de la naturaleza y nuestro cuerpo. Nada más alejado de la realidad. Contaminamos la naturaleza y ella nos devuelve el favor destrozando nuestro cuerpo. Alimentamos nuestro cuerpo de manera rápida y sin pensar qué repercusiones tiene y nuestro cuerpo responde, como cualquier motor maltratado, nuestro cuerpo nos responde con enfermedades, dolencias y,…, disfunción eréctil.

Por suerte la batalla no está perdida, podemos introducir cambios en nuestra forma de vivir que van a permitirnos romper el círculo vicioso en el que nos encontramos inmersos.


Remedios para la disfunción eréctil



Algunas personas cuando hablamos de estos cambios a realizar en nuestra vida cotidiana inmediatamente los relacionan con intentos por mejorar el estado de salud general, sin ser conscientes que es precisamente ahí donde va a residir el tratamiento de la disfunción eréctil, que es ahí donde debemos incidir para mejorar nuestro rendimiento sexual.

Son cambios en nuestra rutina diaria que van a contribuir significativamente en una mayor flexibilidad del cuerpo y en conseguir una mente más ágil. Son cambios que van a permitirnos que nuestro cuerpo esté más fuerte, más fuerte en el exterior (musculatura, huesos, agilidad, etc.) y en el interior (un sistema inmunológico fuerte para hacer frente con mayores garantías a las enfermedades que nos rodean). Son cambios que harán que recuperemos el sueño, ese merecido y reparador descanso que reconstruye nuestras funciones orgánicas. Son cambios que deberemos hacer si queremos solucionar nuestro problema de disfunción eréctil.

Son cambios relativamente sencillos que constituyen el auténtico remedio para la disfunción eréctil, remedio para la impotencia como:

  • Modificar nuestra dieta hacia una más equilibrada, una dieta baja en grasas (especialmente las saturadas) y en sodio, una dieta que nos permita adquirir los nutrientes necesarios para una buena salud en la cantidad apropiada a nuestra constitución (evitando el sobrepeso o gordura).

  • Realizar ejercicio físico con regularidad (por lo menos tres veces por semana). Para la realización de la actividad física no es necesario recurrir a gimnasios ni centros de entrenamiento. Caminar, hacer footing, la bicicleta, incluso nadar (si tenemos una playa cerca) son actividades al alcance de la mayoría que no requieren de una inversión económica.

  • Aprender técnicas que mejoren nuestra capacidad de oxigenación, que nos ayuden a relajarnos de manera voluntaria en el momento que lo necesitemos y que mejoren nuestra capacidad para concentrar nuestra mente.

  • Incorporar en nuestra vida actividades que nos resulten placenteras, entender la necesidad que equilibrar nuestro organismo y nuestra mente con actividades que nos resulten relajantes y des-estresantes.

  • Dejar de pensar que determinados alimentos son afrodisiacos y van a potenciar nuestra virilidad. En realidad los alimentos que sí nos van a ayudar en nuestro problema de disfunción eréctil son aquellos alimentos naturales, saludables y ricos en vitaminas, beneficios que vamos a encontrar en las frutas y verduras frescas.

  • Evitar (mejor suprimir completamente) alimentos prefabricados, que aportan pocos nutrientes y demasiadas grasas saturadas y azúcares refinados.

  • Renunciar o reducir al mínimo las denominadas drogas naturales: cafeína, tabaco o alcohol. Este último sí es posible tomarlo en dosis moderadas.



Mediante la aplicación de estos sencillos remedios para la impotencia, podremos reducir de manera casi inmediata la temible disfunción eréctil. Los efectos de estos sencillos cambios en nuestra vida serán visibles de manera rápida en nuestros problemas de erección.



Mitos y Leyendas sobre la impotencia

No todo lo que oímos es verdad. Si bien la impotencia es un problema traumatizante para quien lo sufre no creamos los mitos que se han formado entorno a ella.


Si visitas esta página es porque sufres de impotencia (disfunción eréctil), tienes problemas para tener o mantener una erección y su origen es psicológico, esto es: no existe una causa física que esté produciendo esa impotencia sino que se debe a un problema mental, bien sea un periodo de mayor nerviosismo, estrés, un tiempo de decaimiento o no sabemos bien qué.

Mitos sobre la Impotencia - Impotencia Psicologica Cura
El problema está en que la impotencia es un problema estigmatizante, esto es, crea marcas en quien la padece, es un problema socialmente “mal visto” y, esta percepción, hace que sea un problema que tiende a tratarse e intentar resolverse en la intimidad.

En este artículo vamos a tratar sobre qué hay de verdad en esos mitos sobre la impotencia, en hasta qué punto debemos dejar que nuestro problema afecte a nuestra autoestima, de cómo no podemos permitir ahondarnos más en nuestro problema por leyendas urbanas, mitos, que no tienen nada de real.

Veamos qué hay de cierto en esos


Falsos Mitos sobre la Impotencia



1. El hombre impotente es menos viril.

El macho con impotencia es menos macho.

Primero debemos definir qué es la virilidad, debemos entender que un hombre es hombre no solo por el hecho de satisfacer sexualmente a su pareja sino por otros muchos rasgos. Sí, no seamos prehistóricos, nuestras parejas nos eligieron (o nos elegirán) no por nuestra manera de satisfacerlas en la cama sino por otras cualidades como el nivel de protección, el nivel de confianza, el compañerismo, etc.

Es cierto que con nuestro problema de disfunción eréctil tenemos más problemas a la hora de satisfacer sexualmente a nuestra pareja – destacamos; más problemas, lo que no indica que no podemos hacerlo, para eso está la imaginación y buscar métodos alternativos en tanto en cuanto superamos nuestra crisis -, pero eso no nos hace menos viriles. La virilidad la demostraremos cuando haya problemas serios y un hombre tenga que demostrar que lo es.




2. La impotencia es un problema asociado a la edad.

¿Ser mayor es igual a padecer impotencia?, la respuesta es definitivamente NO.

Es cierto que con la edad todo nuestro cuerpo se ralentiza, nuestro metabolismo es más lento, nuestros reflejos decaen, nuestro cuerpo se hace más sensible a los cambios, etc. Es innegable que esta ralentización afecta a todos nuestros sistemas y, al sistema sexual, también: con la edad necesitaremos mayores periodos de excitación, nos haremos más “cómodos”, etc. Pero esto no quiere decir que tengamos impotencia, solo que – como en el resto de cosas – deberemos amoldarnos a nuestra nueva realidad.

Existen multitud de ejemplos de personas de avanzada edad que nunca han tenido problemas de impotencia, aunque eso sí; debemos ser conscientes que maltratar nuestro cuerpo, con una mala dienta, alcohol, tabaco, drogas, etc. Nos va a pasar una factura mucho más cara que cuando éramos jóvenes, una factura que puede afectar a nuestro miembro.


3. El hombre impotente no tiene interés sexual

Este falso mito provoca más quebraderos de cabeza de los que aparentemente debiera.

No son pocos los hombres que padecen de impotencia y, sin embargo, no pierden el apetito, el interés sexual, esto les crea un conflicto pues consideran que existe una relación causa efecto que en realidad no existe: hay hombres que no tienen interés sexual y no tienen problemas de erección y hombres con problemas de impotencia que mantienen un gran apetito sexual.

En el caso concreto de esta bitácora, la impotencia psicológica, estos dos temas sí suelen estar más relacionados, pero no como podría pensarse de que es la falta de interés sexual el desencadenante de nuestra impotencia sino al contrario, nuestra impotencia nos genera un miedo interno del que podemos protegernos bajando nuestro interés sexual.


4. La impotencia es fruto del desuso.

Tengo problemas de impotencia por no haber practicado. Esta es uno de los mitos más extendidos que existen, ni practicar mucho sexo va a hacer que estemos libres de sufrir impotencia, ni los largos periodos de abstinencia van a desencadenarla.

En el caso concreto de la impotencia psicológica, lo que sí ocurre es que el distanciar nuestras relaciones no contribuye a resolver el problema ni el forzar encuentros - condenados al fracaso – van a mejorarnos sino todo lo contrario.


5. La masturbación produce impotencia.

Un mito tan falso como el que reza que si te masturbas se te cae el miembro a trozos.

Masturbarse no sólo no produce impotencia sino que es un método que se utiliza como terapia de apoyo en la superación de algunos tipos de impotencia.

La masturbación no produce impotencia, aunque sí puede producirla los complejos de culpabilidad o vergüenza ante la pareja. Estos sentimientos pueden estar generando un conflicto en nuestra mente que sea el detonante de nuestra disfunción eréctil.


6. Impotencia y eyaculación precoz están relacionados.

Como ya vimos en nuestro artículo sobre la eyaculación precoz, esta es un problema sexual de una esfera distinta al de la impotencia.

Una persona puede padecer cualquiera de los dos trastornos de manera independiente sin que el tener uno haga que se produzca el otro o los dos simultáneamente.


7. Si tienes un pene pequeño es más probable que tengas impotencia.

Está más de demostrado que no hace falta tener un tamaño de pene grande para satisfacer a la pareja. Además del miembro, en una relación que resulte satisfactoria para la pareja, tendremos que ser capaces de crear el clima, el entorno, la atmósfera, el movimiento y un conjunto de cosas que lleve a nuestra pareja a un éxtasis sexual. Un éxtasis que sólo con un miembro grande nunca vamos a conseguir.

En el caso de las personas que tenemos un miembro pequeño, esta creencia de que no podemos satisfacer a la pareja, sí puede conducirnos a una impotencia psicológica motivada no por el tamaño de nuestro miembro sino por nuestra inseguridad de poder satisfacer.


8. El hombre sano se levanta empalmado.

En realidad esta afirmación es totalmente falsa. La erección matutina no está tan relacionada con la salud sexual como con la calidad del sueño. El no levantarnos con el miembro armado no significa que no tengamos una buena salud sexual, puede ser simplemente que no durmamos bien.


9. La impotencia hace que mi pareja no me desee.

Como hemos dicho antes, impotencia y deseo no están relacionados en una persona, mucho menos tu impotencia con el deseo de tu pareja.

El problema que sí puede darse es cuando no sabemos manejar este trastorno y cómo nos afecta a nosotros y a nuestra relación y, de esta falta de comunicación y entendimiento, es del que pueden derivarse los problemas de interés por parte de nuestra pareja.

Por ese motivo es necesario que nuestro problema de impotencia sea algo compartido, no obsesivo, algo en lo que contar con nuestra pareja para poner solución.


10. La diabetes produce impotencia.

La diabetes es un problema de regulación de insulina y esta sustancia no bien controlada puede provocar alteraciones en los vasos sanguíneos y en los nervios que tienen una implicación directa en nuestro desempeño sexual.

La diabetes es, por tanto, una enfermedad que debe estar bajo control pues si puede ser la causante de nuestra disfunción (una impotencia física, no psicológica). Aun así, ser diabético no implica tener impotencia, con un control adecuado se puede tener diabetes y una vida sexual totalmente satisfactoria.



11. Las pastillas azules son la solución.

Las pastillas azules son el gran engaño de nuestro sistema farmacéutico actual. No estamos diciendo que estos fármacos no hayan contribuido a mejorar la calidad de vida de muchos de las personas que padecen de disfunción eréctil por causad físicas.

Estas pastillas se fundamentan en conseguir un aumento del riego sanguíneo en nuestro miembro en respuesta a una estimulación, son por tanto una solución cuando tenemos un problema de comunicación pero, con el precio, de un conjunto importante de contraindicaciones.

En el caso de la impotencia psicológica esta comunicación se ha interrumpido no por problemas en el cable sino porque el emisor no está por la labor. En estas circunstancias, el recurso de las pastillas puede resultar incluso contraproducente, pues aumenta nuestra inseguridad y afianza nuestra creencia de que no podemos prescindir de ellas, nos hace dependientes. Dependientes de unas sustancias químicas que pueden poner en peligro nuestra salud en general.



Hemos intentado desmitificar la impotencia, en concreto la impotencia psicológica. Sabemos que la disfunción eréctil está afectando mucho tu calidad de vida y tu autoestima pero no eres menos hombre de lo que eras antes, no tienes la culpa de lo que te está ocurriendo y tu relación no corre peligro por tu problema sexual, aunque no por ello es un problema del que debas desentenderte.





Impotencia Psicologica

Hablar de impotencia psicológica es hablar de una disfunción eréctil motivada por un trastorno en la mente, algo que requiere un tratamiento singular.


Como ya hemos visto en otros artículos, hablar de disfunción eréctil o de impotencia es hablar que un trastorno que afecta a la erección del pene, un trastorno que afecta a los hombres que tenemos una incapacidad –reiterada en el tiempo – para conseguir la erección y/o para mantenerla el tiempo suficiente para tener una relación sexual satisfactoria.

Son muchas las causas que pueden motivar la impotencia, desde causas físicas (en este grupo se incluyen los problemas relacionados con el mal funcionamiento del cuerpo: desde enfermedades hasta consumo de medicamentos para su “cura”), causas traumáticas (lesiones) y, el tema que ahora nos afecta y que constituye el origen de esta bitácora: la impotencia psicológica y su cura.

Estaremos hablando de una impotencia psicológica cuando nuestra impotencia no responde a ninguna de las otras causas, esto es: no tendremos problemas físicos o traumáticos que sean los causantes de esta disfunción eréctil y sí tengamos algún trastorno psicológico que pueda estar generándola (aunque no esté diagnosticado).

Al hablar de los trastornos psicológicos que pueden estar generando nuestra impotencia psicológica, estaremos hablando de trastornos muy distintos, principalmente ansiedad, depresión o estrés.

Aunque estos trastornos suelen agruparse dentro de la impotencia psicológica como un origen común de la misma, son trastornos del ánimo muy distintos y que requieren de un tratamiento diferenciado.


Por qué de la Impotencia Psicológica



Actualmente se calcula que entre el 10 y el 20% de los problemas de disfunción eréctil son debidos a problemas psicológicos, un número muy grande que justifica la creación de esta bitácora (Impotencia Psicológica Cura) pero no la asociación problema psicológico con impotencia pues, en realidad, muchas personas con problemas psicológicos no tienen disfunción eréctil.

Entonces ¿porqué a mí si me ha ocurrido?

En este punto debemos separar la impotencia psicológica de la impotencia producida por los fármacos utilizados para tratar los problemas psicológicos.

Aunque el origen es el mismo (los problemas psicológicos) cuando hablamos de una impotencia debida a los fármacos utilizados para tratar este trastorno psicológico, no estaremos hablando de una impotencia psicológica sino de una impotencia por causas físicas. Su tratamiento estará relacionado con la supresión de esta medicación bien sustituyéndola por otra, bien ajustando las dosis o bien recuperando las funciones de nuestro cuerpo para combatirla (Importante: Nunca dejar la medicación para el tratamiento de los problemas psicológicos sin la supervisión de un profesional de la medicina).

En este artículo vamos a centrarnos en cuando es el problema psicológico el causante de la impotencia, cuando es la alteración de la manera que tenemos de percibir la realidad la que está produciéndonos esta disfunción eréctil.

Está demostrado que las alteraciones psicológicas tienen una repercusión directa en la química de nuestro cerebro, unas alteraciones que tienen un reflejo directo en una pérdida del apetito sexual (libido) y de la capacidad de erección de nuestro pene.

Aparte de esta explicación química de las repercusiones de la impotencia en nuestro cerebro debemos considerar las repercusiones en nuestra manera de razonar.

La impotencia psicológica es la más proclive a entrar en un círculo de razonamiento erróneo y que alimenta su perpetuación.

Nuestro problema psicológico tiene nuestra mente ocupada en tratar de resolver qué nos está produciendo este trastorno y contrarrestar sus síntomas(los trastornos psicológicos pese a su origen mental suelen tener una expresión física muy real y suelen resultar muy estigmatizantes socialmente), este esfuerzo mental unido a los cambios en la química de nuestro cerebro tienen una reflejo directo en nuestra libido y hacen que nuestro pene no responda como antaño; cuando notamos que nuestro pene ya no tiene el vigor y la fuerza de antes, entramos en una dinámica de preocuparnos por si no funcionará, si no tendrá la capacidad suficiente para mantener una relación completa, etc.; estos pensamientos se van agolpando y, finalmente, se produce la temida impotencia psicológica.

Estamos hablando de la profecía autocumplida. Es el estudiante que se prepara un examen y piensa que no va a poder superar la prueba; el día de la prueba, se presenta y el propio miedo le bloquea e impide que demuestre sus conocimientos; se ha cumplido su profecía, él sabía que no iba a superar la prueba pero, con lo que no contaba, es que este fracaso no tiene porqué responder a no tener la suficiente preparación, responde a su bloqueo mental.

De la misma manera cuando hablamos de impotencia por origen psicológico estamos hablando de la impotencia que se produce por el hecho de que estamos convencidos de que nuestro miembro no va a responder como esperamos en el momento que lo necesitamos.


Como veremos en próximos artículos, para tratar este tipo de disfunción eréctil vamos a poder recurrir a distintas técnicas: sistemas para apoyar la fortaleza de nuestro cuerpo, sistemas para minimizar el impacto del problema psicológico, sistemas para aumentar la confianza en nosotros mismos, etc. Un tratamiento de la impotencia psicológica que, como todos, sólo va a permitir su cura completa cuando superemos el problema raíz: cuando resolvamos el problema psicológico de confianza que bloquea nuestra potencia sexual

Nota: no necesariamente, será necesario superar completamente nuestro trastorno de ansiedad, estrés o depresión; lo que sí es una realidad es que superar la impotencia psicológica y recuperar nuestra actividad sexual normal será muy beneficioso para superar estos trastornos psicológicos.



Practicar sexo para curar la impotencia

Los hombres con disfunción eréctil tendemos a evitar hacer el amor. Un error que sólo agrava nuestro problema de impotencia y retrasa su cura.


Sexo para curar la impotencia
Cuando sufrimos algún tipo de trastorno sexual (no sólo una disfunción eréctil, también cuando tenemos trastornos de orgasmo o eyaculación precoz), solemos intentar distanciar e incluso evitar las relaciones amorosas.

Es una reacción natural y hasta cierto punto lógica: puesto que tenemos problemas, lo más razonable es evitar este conflicto. Algunos incluso podemos intentar recubrirlo de una cierta comprensión a nuestra pareja: queremos evitarle la situación incómoda que se produce cuando después de los prolegómenos nuestro aparato es incapaz de finalizar la tarea.

Es un error. Si padecemos de disfunción eréctil, si tienes impotencia, lo último de que debemos hacer es dejar de mantener relaciones.

Las cuestiones habituales serán:

  • ¿Cómo voy a practicar sexo si tengo impotencia?
  • ¿Cómo voy a implicar a una mujer si estoy seguro de que, con mi impotencia, no voy a poder satisfacerla?
  • ¿Cómo va a ayudar a mi impotencia y a su cura el recordarme con hechos el que sufro de disfunción eréctil?


Practicar sexo como cura de la impotencia



Primero debemos conocer los beneficios que aporta la práctica regular de relaciones sexuales a nuestro organismo:

Según un estudio elaborado por Boston Medical Group, los hombres que practican sexo con regularidad (tres o más veces por semana) se ha demostrado que tienen hasta cuatro veces menos probabilidades de padecer de impotencia o disfunción eréctil.

Este estudio se fundamenta en los tres beneficios principales de la relación sexual:

  • Al mantener relaciones con regularidad se mejora la elasticidad de las arterias y de los cuerpos cavernosos de nuestro pene (ponemos al miembro “en forma”) y se favorece la activación y buen funcionamiento del sistema cardiovascular (el pene es un órgano que funciona como un globo que llenamos de sangre para que se ponga en erección). En resumen al practicar relaciones con frecuencia estamos preparando físicamente a nuestro cuerpo para mantener nuevas relaciones.

  • Aumento en la producción de testosterona; esta hormona es la principal hormona sexual masculina, está implicada en muchos de los procesos que tienen que ver con el desarrollo sexual pero, a los efectos de este artículo, es la hormona que va a encargarse de aumentar nuestro deseo de mantener nuevas relaciones – A más relaciones mayor deseo de mantener otras: aumento de la lívido -.

  • Esta bitácora está dedicada al tratamiento y la cura de la impotencia, centrándonos en especial en la impotencia psicológica: Con la práctica regular de las relacione sexuales, está demostrado que se reduce la producción de las hormonas implicadas en provocar la ansiedad y el estrés, que son precisamente los dos trastornos psicológicos implicados con mayor frecuencia en los problemas de impotencia o disfunción eréctil.


Aunque, para algunos, los beneficios anteriores sean como una broma de mal gusto, un recordatorio de aquello que se están perdiendo, la realidad es que no se están mostrando para desmoralizar a nadie sino para mostrar que podemos utilizarlos para curar nuestra impotencia.

Estamos en una pescadilla, un pez que se muerde la cola y no encuentra fin: puesto que tenemos una disfunción eréctil, nuestra impotencia nos avergüenza y evitamos tener relaciones sexuales; puesto que no tenemos relaciones, nuestro cuerpo se atrofia, deja de producir testosterona y sustancias que limitan nuestra ansiedad y estrés; puesto que no tenemos estas sustancias, nuestros niveles de ansiedad y estrés se disparan y nuestra lívido (nuestras ganas de nuevas relaciones) se hunden hasta casi extinguirse; puesto que nuestros problemas se disparan, cada vez tenemos un mayor impacto en nuestra disfunción eréctil, cada vez es mayor nuestra impotencia, con lo que cada vez tendemos a distanciar más nuestras relaciones;...

Debemos salir de esta situación y, para ello, debemos volver a tener relaciones sexuales.

Pero, ¿cómo lo haremos?.

Cuando tenemos un problema, la mejor manera de superarlo es afrontarlo. Cuando tenemos miedo al agua, las playas, las piscinas, etc., debemos vencer este miedo y, para ello, una buena técnica es la de la exposición: debemos ir a donde nos asusta y hacer aquello que nos atemoriza. Pero eso no quiere decir que debamos tirarnos a una piscina llena de agua (mucho más si no sabemos nadar), dependiendo de nuestro estado utilizaremos técnicas de aproximación más o menos rápidas.

En el caso que nos atañe, cuando estamos intentando curar nuestra impotencia, la solución va a residir precisamente en hacer aquello que nos avergüenza. Vamos a tener que hablar con nuestra pareja y exponerle la situación. Vamos a tener que contar con el apoyo y la comprensión de nuestra pareja para comenzar sin prisa pero sin pausa el camino de nuestra recuperación.

Para resolver esta impotencia que nos atenaza, para vencer la disfunción eréctil, debemos comenzar por entender que la relación sexual no es sólo penetración, que existen juegos, cortejos previos, caricias que aumentan nuestra lívido y, para ello, debemos contar con la colaboración de nuestra pareja en implicarse en actividades que nos ayuden a romper el circulo en el que estamos inmersos.

Debemos aprender otra vez a mantener relaciones para curar nuestra impotencia.





Que es impotencia

Piensas que tienes impotencia, que tienes problemas de erección, pero ¿realmente es así?. Veamos qué es realmente la impotencia.


Si estas visitando esta página es porque estás preocupado por si sufres la temible "impotencia". Probablemente has tenido una o varias relaciones en las que tu pene no ha reaccionado como consideras que debiera. Has tenido distintas experiencias con problemas de erección. Puede que tuvieras una erección pero esta no fuera lo suficientemente fuerte, o no tuvieras una erección lo suficientemente duradera o, simplemente, esta no se produjera.

Que es Impotencia
Aunque ya estamos en el siglo XXI, aunque presumimos de estar en una sociedad avanzada, la realidad es que seguimos teniendo los mismos tabús que tenían nuestros antepasados: seguimos preocupados por el sexo, seguimos valorando nuestra hombría en función de nuestra capacidad para mantener la erección y relaciones sexuales.

Considerábamos la disfunción eréctil, la impotencia, como un problema de otros, como un problema que no nos podía ocurrir a nosotros, pero hemos tenido algunos "gatillazos" y - a nuestro pesar - debemos buscar qué es impotencia y, lo más importante ahora, cómo tratarla y curarla.


El primer punto que debes tener claro es que no hay que perder los papeles, no debemos sobredimensionar el problema (ni tampoco despreciarlo): aunque realmente tengamos una disfunción eréctil, eso no quiere decir que esta vaya a ser una impotencia permanente, que no tenga tratamiento ni cura, muy al contrario: Los problemas de erección tienen solución (con independencia de tu edad - que es una creencia errónea muy extendida -).

Para explicarte que no eres ni mucho menos extraño te daremos unos datos estadísticos: Se considera que entre el 25 y el 40% de los hombres sufre de problemas de erección. Esto quiere decir que cuando os reunís 10 amigos a celebrar algo, además de ti hay otros tres con el mismo problema.

Es probable que el dato anterior no te haya tranquilizado mucho, pero tenemos más datos: Se considera que más del 75% de la población ha padecido en algún momento de problemas de erección. Esto quiere decir que, en la misma reunión de antes, deberás sumar otros cuatro de tus compañeros que habrán sufrido el mismo problema de erección que tú tienes en este momento en algún momento (y, probablemente, ya lo habrán superado).

Según los datos, el problema de la impotencia es el problema sexual más extendido entre los hombres. Con esto queremos decir, que no eres ningún bicho raro ni debes sentirte inferior: eres una persona con un problema frecuente que - a diferencia de otros - es consciente del problema - y está buscando una solución.

Estamos hablando de la impotencia, la disfunción eréctil, los problemas de erección, pero


¿Realmente qué es impotencia?.



Antes de seguir tratando sobre cómo tratar y curar la disfunción eréctil, deberíamos asegurarnos de tenerla.

Se considera que padecemos de impotencia o disfunción eréctil cuando tenemos una incapacidad persistente para conseguir tener una erección lo suficientemente firme y duradera como para mantener una relación sexual satisfactoria.

En la anterior definición el punto clave que debemos considerar es que para tener impotencia, la dificultad para mantener relaciones sexuales satisfactorias debe ser "persistente". Aunque no existe un tiempo exacto para diferenciar cuando realmente es un trastorno de impotencia lo que tenemos, debemos separarlo del típico "gatillazo", esto es: cuando hemos tenido problemas en las últimas relaciones pero estas han sido escasas y distanciadas en el tiempo.

Otro punto muy importante a considerar es que no debemos confundir la impotencia con otros trastornos de la esfera sexual, como son:
  • Falta de deseo sexual.
  • Problemas o alteraciones eyaculatorias.
  • Trastornos de orgasmo.

Si realmente tenemos impotencia, lo primero que deberemos hacer es buscar la causa de la misma: qué está produciendo nuestros problemas de erección. Estas causas pueden ser: orgánicas, traumáticas o psicológicas (tema central de nuestra bitácora).

Conocidas estas causas es cuando podremos avanzar en cómo curar la impotencia.