Queremos resolver nuestra impotencia y, como siempre, queremos encontrar las pastillas para la erección. Analicemos qué hay de verdad en ellas.
En la sociedad en la que estamos, en esta sociedad en la que los médicos y farmacéuticos nos han acostumbrado a que cualquier dolencia puede ser curada recurriendo a los concentrados químicos que llamamos pastillas, hasta no hace mucho no existían las pastillas para la erección.
Decimos hasta no hace mucho porque actualmente sí existen las ansiadas pastillas para la erección, pastillas para la impotencia. Aquellos que tenemos ya una edad recordamos como no hace mucho se anunció con bombo y platillo la aparición de estas milagrosas pastillas que iban a ayudarnos a superar uno de los problemas más antiguos y estigmatizantes del hombre: la temible impotencia o disfunción eréctil.
Aunque estás pastillas fueron diseñados para determinadas dolencias específicas y sólo pueden ser adquiridas bajo receta, esto es, con el correspondiente dictamen y control médico, en la actualidad muchos son los hombres que recurren a ellas. La existencia de estas pastillas (de color azul) está muy generalizada y son fácilmente adquiribles por vías “alternativas”, evitando los problemas de los sistemas de distribución legales.
El problema de estas pastillas azules (o no), el problema de estas pastillas para la erección, radica en que tienen una gran cantidad de contraindicaciones. Una cantidad muy larga y nada despreciable, una relación que viene detallada en los prospectos, pero que nadie o casi nadie lee (en caso de tenerlos).
La obtención de estos medicamentos es fácil porque, aprovechando la desesperación de quienes tenemos disfunción eréctil o impotencia, es posible obtener grandes beneficios económicos (se obtienen por vías alternativas pero su precio es considerablemente alto) siendo poco escrupulosos y comercializando productos sin el correspondiente control sanitario y omitiendo los graves riesgos en los que ponemos nuestra salud al consumirlos.
La generalización del recurrir a estas pastillas para la erección ha sido tal que incluso se han documentado casos de personas que, sin padecer de disfunción eréctil, las han consumido para mejorar su performance sexual, para incrementar su rendimiento (aunque esta no sea la finalidad pues fueron diseñadas para tratar determinados problemas de impotencia). Personas estas que han puesto en peligro su salud, para obtener un beneficio que estas pastillas no proporciona (ni ha anunciado nunca que lo haga – por lo menos las pastillas legales-).
Aunque actualmente existen muchas formulaciones, muchos tipos de pastillas para la erección, todas tienen en común que tienen gran cantidad de contraindicaciones. Las pastillas para la erección, sin excepción, sólo pueden ser recetadas por un médico especialista tras la realización de las pruebas clínicas y de laboratorio pertinentes. Si no se deben consumir sin esta prescripción médica, ni que decir tiene de consumir aquellas que se obtienen por vías laterales, sin ningún tipo de control.
La gran cantidad de contraindicaciones de este tipo de pastillas hace que su consumo pueda resultar incluso mortal para personas con problemas (especialmente cardiacos, con insuficiencia renal, con retinitis, etc.). No contar con el correspondiente control médico hace que nos estemos exponiendo pues, aunque aparentemente no padezcamos de estas dolencias, no es extraño que la cuestión de creer que no padecemos de ellas radique en que aún no se han detectado. Cometemos el error de arriesgar nuestra calidad de vida por una demora en el diagnóstico, un diagnóstico que puede llegar demasiado tarde.
Ante la pregunta que da lugar a este artículo, ante la cuestión de si debemos consumir pastillas para la erección para resolver nuestro problema de disfunción eréctil, la respuesta es un contundente y rotundo NO. Si consideramos además lo elevado de su coste y los riesgos que conllevan, la respuesta vuelve a ser, con mayor insistencia incluso, NO. Sólo en caso de contar con la correspondiente prescripción médica, sólo en el caso que un especialista, tras la realización de las pruebas oportunas, nos haya recetado las pastillas para la erección, sólo en este caso es posible (que no deseable) recurrir a estas pastillas para resolver el problema de la disfunción eréctil o impotencia.
Pensemos, además, que las pastillas para la erección no son pastillas que vayan a resolver el problema en su origen. Son fármacos diseñados para resolver momentáneamente la situación, no curan la impotencia y, por tanto, en el mejor de los casos serán “un apaño” para salir del paso en el momento pero que luego pueden acarrear consecuencias no deseadas.
Aunque es un punto que suele omitirse al hablar de las maravillas de estas pastillas para la erección, no podemos ignorar el flaco favor que realizan al erotismo. Las pastillas para la erección deben tomarse con antelación a la relación sexual. Se acabaron la sorpresa, la naturalidad, las relaciones libres y espontáneas, las relaciones deben ser pautadas y programadas, las pastillas deben tomarse un periodo de tiempo antes de la relación, sólo funcionan cuando hay estímulo directo sobre “el aparato y tienen un "periodo de vigencia" limitado. Relaciones pautadas y obligatorias: Poco romanticismo.
En la sociedad en la que estamos, en esta sociedad en la que los médicos y farmacéuticos nos han acostumbrado a que cualquier dolencia puede ser curada recurriendo a los concentrados químicos que llamamos pastillas, hasta no hace mucho no existían las pastillas para la erección.
Aunque estás pastillas fueron diseñados para determinadas dolencias específicas y sólo pueden ser adquiridas bajo receta, esto es, con el correspondiente dictamen y control médico, en la actualidad muchos son los hombres que recurren a ellas. La existencia de estas pastillas (de color azul) está muy generalizada y son fácilmente adquiribles por vías “alternativas”, evitando los problemas de los sistemas de distribución legales.
El problema de estas pastillas azules (o no), el problema de estas pastillas para la erección, radica en que tienen una gran cantidad de contraindicaciones. Una cantidad muy larga y nada despreciable, una relación que viene detallada en los prospectos, pero que nadie o casi nadie lee (en caso de tenerlos).
La obtención de estos medicamentos es fácil porque, aprovechando la desesperación de quienes tenemos disfunción eréctil o impotencia, es posible obtener grandes beneficios económicos (se obtienen por vías alternativas pero su precio es considerablemente alto) siendo poco escrupulosos y comercializando productos sin el correspondiente control sanitario y omitiendo los graves riesgos en los que ponemos nuestra salud al consumirlos.
La generalización del recurrir a estas pastillas para la erección ha sido tal que incluso se han documentado casos de personas que, sin padecer de disfunción eréctil, las han consumido para mejorar su performance sexual, para incrementar su rendimiento (aunque esta no sea la finalidad pues fueron diseñadas para tratar determinados problemas de impotencia). Personas estas que han puesto en peligro su salud, para obtener un beneficio que estas pastillas no proporciona (ni ha anunciado nunca que lo haga – por lo menos las pastillas legales-).
Son buenas las pastillas para la erección
La gran cantidad de contraindicaciones de este tipo de pastillas hace que su consumo pueda resultar incluso mortal para personas con problemas (especialmente cardiacos, con insuficiencia renal, con retinitis, etc.). No contar con el correspondiente control médico hace que nos estemos exponiendo pues, aunque aparentemente no padezcamos de estas dolencias, no es extraño que la cuestión de creer que no padecemos de ellas radique en que aún no se han detectado. Cometemos el error de arriesgar nuestra calidad de vida por una demora en el diagnóstico, un diagnóstico que puede llegar demasiado tarde.
Ante la pregunta que da lugar a este artículo, ante la cuestión de si debemos consumir pastillas para la erección para resolver nuestro problema de disfunción eréctil, la respuesta es un contundente y rotundo NO. Si consideramos además lo elevado de su coste y los riesgos que conllevan, la respuesta vuelve a ser, con mayor insistencia incluso, NO. Sólo en caso de contar con la correspondiente prescripción médica, sólo en el caso que un especialista, tras la realización de las pruebas oportunas, nos haya recetado las pastillas para la erección, sólo en este caso es posible (que no deseable) recurrir a estas pastillas para resolver el problema de la disfunción eréctil o impotencia.
Pensemos, además, que las pastillas para la erección no son pastillas que vayan a resolver el problema en su origen. Son fármacos diseñados para resolver momentáneamente la situación, no curan la impotencia y, por tanto, en el mejor de los casos serán “un apaño” para salir del paso en el momento pero que luego pueden acarrear consecuencias no deseadas.