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Ansiedad por Impotencia

La posibilidad de una relación unida a nuestra impotencia nos pone malos. Nuestra impotencia nos está generando ansiedad y esta a su vez nos hace impotentes. Veamos qué esta ocurriendo.


Ansiedad por impotencia
Loving couple lying in bed - Richard foster
En nuestro artículo Impotencia Psicologica: Ansiedad estuvimos analizando la relación que existe en las personas que padecemos de trastorno de ansiedad y la impotencia psicológica. Vimos como el trastorno de ansiedad limita nuestras capacidades mentales y altera nuestras capacidades físicas y es habitual que esto repercuta directamente en nuestra capacidad para mantener relaciones sexuales, siendo el causante directo de nuestra impotencia psicológica.

Este artículo va a versar sobre la otra cara de la moneda: cómo la impotencia puede provocarnos un trastorno de ansiedad.

Aunque, aparentemente, la sociedad y la cultura han avanzado mucho y cada vez estamos más cerca de conseguir la igualdad de la mujer y el hombre, de romper los estereotipos con que solíamos clasificar a las personas, la realidad es que este avance es más teórico que práctico y seguimos condicionados por este pensamiento tradicional.

Queremos salir triunfantes en las relaciones con la pareja (relaciones sexuales). Cuando soñamos, casi nadie quiere ser el músico que toca el bombo en la cola de la banda de música donde nadie se percata de su labor, habitualmente, todos soñamos con ser la majorette (bailarina) que encabeza el desfile deslumbrando con sus movimientos y su habilidad con el bastón que agita. En las relaciones sexuales la cuestión también es la misma: no queremos pasar desapercibidos pero, en esta faceta el problema es que – culturalmente - nuestra valía parece depender de nuestro desempeño, algo que está aún más marcado en el caso de los hombres que parecen ser los responsables del placer de sus parejas. Más aún, nuestro buen rendimiento está condicionado por la capacidad de llevar al orgasmo a nuestra pareja.

Como decimos la sociedad ha avanzado pero las viejas ideas se mantienen. El hecho que provoca este artículo es que este deseo, esta necesidad social de satisfacer sexualmente a nuestra pareja (y, como no, nuestro ego), nos genera un nivel de nerviosismo, de excitación, una ansiedad ante la posibilidad de fracaso que, paradójicamente, es la que impide que nuestro sistema nervioso responda de manera adecuada y con ello nos predispone a la impotencia, esto es a no tener o no poder mantener la erección.


El círculo de la Ansiedad por Impotencia



La ansiedad que se genera ante la posibilidad que no cumplir las expectativas en nuestra relación sexual, conduce a los primeros “pinchazos”.

Ante esta situación nuestra reacción natural es que, en las próximas relaciones, estemos más pendientes de no repetir nuestro mal desempeño que en recibir los estímulos eróticos. Centramos nuestra mente en no repetir los errores e inconscientemente estamos adentrándonos cada vez mas: nuestra mente está nerviosa, nuestro cuerpo está exaltado (que no excitado), tenemos todo nuestro ser pendiente que no fracasar, de salir del círculo de la impotencia y, esta misma tensión es la que está cerrando nuestros sentidos a las señales de estímulo sexual. El desenlace es previsible y el problema se sigue agravando.

La reiteración de los fracasos hace que pensemos en que este es un problema que no vamos a conseguir corregir, nos invaden los pensamientos de frustración y la angustia, la ansiedad crece cada vez mas en nuestro interior y hace que temamos, evitemos o demos por perdido el encuentro erótico: con la impotencia estamos aumentando cada vez más nuestra ansiedad, con cada fracaso estamos alimentando nuestro temor a nuevos encuentros.

Hemos descrito el círculo que nos lleva a la realidad de no saber qué fue primero, la gallina o el huevo. Tenemos impotencia, puede que los médicos nos hayan dicho que esta no responde a causas físicas y, por tanto, estamos ante una impotencia psicológica, o puede que responda a algo físico, el hacho es que esta impotencia y el miedo que nos genera ha desembocado en un trastorno de ansiedad, en un “miedo” anticipatorio a las relaciones sexuales y al fracaso. Una ansiedad que, a su vez, es causante de la impotencia y que, por tanto, hace difícil dilucidar qué nos produce impotencia (aunque en un principio no estuviéramos padeciendo de impotencia psicológica).



A los factores educativos y sociales que hemos apuntado anteriormente como causantes de la ansiedad en personas que padecemos de impotencia, deberíamos añadir:

  • La pareja: la forma en la que nuestra pareja reaccione ante el problema, la forma que tenga de afrontar la insatisfacción sexual y, sobre todo, la manera en la que se comprometa en afrontar de manera conjunta el problema es un punto clave que puede disparar rápidamente el nivel de ansiedad.

  • El tiempo que transcurre desde que surge el problema hasta que comienza a tratarse. El nivel de ansiedad irá aumentando con el tiempo, ignorarlo no va a hacer que desaparezca. Es importante comenzar a tratar los dos problemas (impotencia y ansiedad) desde ya.

  • La pérdida de la libido. En nuestro artículo Aumentar la libido en cuatro pasos estuvimos hablando de cómo no tratar de manera correcta la impotencia, nos lleva a distanciar las relaciones y tratar de bloquearlas mentalmente, esta reacción lleva asociada el que nuestra libido, nuestro deseo sexual se desvanezca. Esta situación, contrariamente a lo que pueda pensarse, va en contra de la solución de nuestro problema de impotencia y sí aumenta nuestros niveles de ansiedad.

  • El miedo al fracaso hace que evitemos el coito, probablemente buscaremos formas “alternativas”, esta situación – al no tratarse de algo deseado – aumentará nuestro nivel de ansiedad.


Como vemos el problema de la impotencia (psicológica o no) mal tratado puede desencadenar otra serie de alteraciones en nuestra auto-estima, en la manera en la que nos relacionamos con nuestra pareja, en la manera que afrontamos las relaciones sexuales, etc. problemas que se unen en una alteración de nuestra mente denominada trastorno de ansiedad, la cual – a su vez – es desencadenante de la impotencia psicológica.




Impotencia Psicologica: Ansiedad

La impotencia psicológica puede responder a distintos trastornos. En este artículo tratamos la impotencia psicológica por Ansiedad.


Dentro de los distintos trastornos conocidos genéricamente como neurosis, uno que suele referirse de manera incorrecta es el de Ansiedad. La ansiedad es un sistema de defensa alojado en lo más primitivo de nuestro cerebro (la amígdala).

Impotencia Psicologica Ansiedad
La Ansiedad es el mecanismo automático que activa nuestras defensas cuando percibe que estamos en peligro. Es un sistema por tanto preventivo y el que permitió que el hombre primitivo superara los peligros de los primeros tiempos de su historia cuando apenas disponía de recursos para enfrentarse a los peligros de la naturaleza.

La Ansiedad como sistema está presente en todos los seres humanos y, como decíamos, es un sistema beneficioso, pues nos prepara previniendo el peligro y preparándonos para superarlo con más garantías.

Cuando decimos que una persona padece de ansiedad en realidad lo que estamos intentando expresar es que padece de “trastorno de ansiedad”, esto es: su sistema ansiedad no funciona correctamente y está informando de peligros que no existen o no es capaz de determinar cuando el peligro a pasado y, por tanto, no se desactiva nunca o la respuesta que está provocando en nuestro cuerpo es desproporcionada para el peligro real.

El trastorno de ansiedad suele ir acompañado, además de los trastornos de inquietud, nerviosismo, trastornos del sueño, etc. que parecen considerarse “normales” (pues se asocian a problemas de la mente), de gran cantidad de síntomas físicos muy diversos y que resultan más difíciles de asimilar que respondan a este trastorno. Síntomas como dolores cervicales, mareos, vómitos, diarrea, sensaciones de irrealidad, sensaciones de ahogo, sensaciones de arritmias y fallos cardiacos, etc.

En este artículo vamos a tratar de la relación que existen entre la impotencia (la disfunción eréctil) y la ansiedad.

Hablar de impotencia psicológica es hablar de un trastorno en nuestro sistema de erección, una alteración que hace que no podamos tener una erección o que, cuando la tengamos, esta no tenga la fuerza o se mantenga el tiempo necesario para completar una relación satisfactoria.

El órgano principal que interviene en la erección es el cerebro. El cerebro es el primer y principal involucrado en la estimulación, es el auténtico afrodisiaco. Cuando tenemos ansiedad este es también el primer involucrado y, con ello, tenemos una pescadilla que se muerde la cola. Simplificando:

  • Cuando tenemos ansiedad nuestro cerebro no reacciona correctamente, está constantemente en alerta informándonos de peligros que no existen pero que percibe y nos hace sentir como reales. La ansiedad nos provoca problemas físicos, de origen psicológico es cierto, pero en sí reales: muy reales. Con este coctel, con un cerebro que no es capaz de centrarse y con un cuerpo dolorido, tenemos todos los ingredientes anti-libido y, por tanto no es de extrañar que se produzca la impotencia psicológica.

  • Al tener impotencia no podemos mantener relaciones y esto, a su vez, trae dos consecuencias principales: La primera es que en esta relación nuestro cuerpo produciría gran cantidad de sustancias “del bien estar” que nos ayudarían a sobrellevar, incluso curar nuestra ansiedad. Sustancias pues que no producimos. La segunda tiene que ver con el hecho de que la impotencia va a generarnos sentimientos de inseguridad, sentimientos de que ya no somos capaces de estar con nuestra pareja, sentimientos desagradables que van a hacer que temamos el tener (y no volver a tener) relaciones y que van a disparar aún más nuestros niveles de ansiedad.


Esta bitácora no surge con la única intención de describir el problema sino que pretende ofrecer soluciones a la impotencia psicológica y, por tanto, te mostramos


Recursos para superar la impotencia psicológica por Ansiedad

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Ante la impotencia psicológica producida por ansiedad, deberemos utilizar aquellos recursos que nos permitan aprender a manejar la ansiedad hasta niveles tolerables, hasta niveles en los que podamos reemprender nuestra actividad sexual algo que, como ya hemos visto, no sólo nos va a permitir superar nuestra impotencia psicológica sino que va a dotarnos de un arma muy valiosa en nuestra tarea de superar el trastorno de ansiedad.



Relajación.

Existen multitud de métodos para relajarnos. Dependiendo del tipo de persona que seas, encontrarás más o menos beneficios en ellos y mayor o menor dificultad en ponerlos en práctica. Probablemente el más simple sea aquel que consiste en centrar nuestro cerebro en aquello opuesto a lo que normalmente realiza: si eres una persona que tiene un trabajo intelectual, deberás buscar actividades manuales para centrar tu mente, de manera análoga, si tu actividad diaria es fundamentalmente física, deberemos buscar actividades más “intelectuales”.

Otros métodos de relajación incluyen técnicas de respiración, yoga, mindfulness, etc. Si estos métodos te parecen esotéricos, siempre puedes recurrir a la relajación muscular progresiva un sistema físico y pautado para conseguir relajarte.

Un problema frecuente en la gente de padecemos de ansiedad es que queremos soluciones rápidas. La relajación, la capacidad de relajarse a voluntad (como casi todo en esta vida) es algo con lo que pocos nacen. Aprender cómo relajarnos es algo que llevará un tiempo y el hacerlo con una relativa soltura un poco más de práctica, pero es algo que podemos conseguir y va a sernos muy beneficioso.


Visualización.

De igual manera que los actuales entrenadores de los equipos deportivos, preparan en partido y motivan a sus jugadores mostrándoles las mejores jugadas, los momentos más emotivos, los logros, etc., nosotros podemos utilizar la visualización para manejar nuestra ansiedad ante el acto sexual y tratar así nuestra impotencia.

En un lugar tranquilo y sin interrupciones deberemos imaginar qué y cómo va a desarrollarse nuestro próximo encuentro. Debemos imaginar cada detalle intentando no olvidar ninguno, desde los prolegómenos, el desempeño, el encuentro en sí y los momentos posteriores.

En esta recreación imaginativa no debemos introducir nuestros miedos, (no queremos profundicar en nuestra nuestra disfunción eréctil sino resolver nuestro problema de impotencia), debemos imaginarnos con todo nuestro cuerpo y nuestro ser involucrado en aquello que estamos haciendo, resolviendo la situación de manera satisfactoria para nosotros y nuestra pareja.

Si vemos que nos atenazan nuestros miedos probaremos a cambiar el enfoque de la cámara: si estamos imaginando la situación como si viéramos una película, cambiaremos y trataremos de imaginarnos la situación como si la cámara estuviera en nuestros ojos. Si estábamos imaginando como si viéramos directamente, cambiaremos la perspectiva a verla desde fuera, como un observador. Modificaremos el punto de vista hasta encontrar aquel con el que nos sintamos más cómodos.

Complicidad.

Un problema frecuente en la impotencia psicológica es el temor que nos produce por el reparo educacional que todos hemos recibido. Debemos entender que la impotencia es un problema que sufre uno de los miembros de la pareja pero que afecta a los dos y, por tanto, requiere de los dos para ser superado.

Debemos hablar con nuestra pareja, buscar su apoyo y complicidad en la búsqueda de la solución. Contar con nuestra pareja, con que ella sea conocedora del problema, con que ella está con nosotros en este proyecto (sin que con ello vaya a protegernos o disculparnos falsamente). Este es un eje que nos va a permitir afrontar el problema con nuevas perspectivas.


Ejercicio Físico.

La práctica regular del ejercicio físico nos va a proporcionar muchos beneficios. Al hablar de esta práctica no estamos refiriéndonos a que nos apuntemos a un gimnasio y pasemos de la noche a la mañana a convertirnos en atletas, podemos practicar ejercicios sencillos y muy económicos – recordemos nuestro artículo sobre los beneficios de caminar en la impotencia psicológica

La práctica del ejercicio físico va, además, a sernos de gran ayuda en nuestro empeño por conseguir manejar la ansiedad.

En resumen: la inclusión del ejercicio físico en nuestra rutina, va a beneficiar nuestro estado de salud general pero va a sernos de gran utilidad para superar los trastornos de ansiedad y de impotencia (psicológica).



Sabemos que estas técnicas, estos recursos para superar la impotencia psicológica por ansiedad, pueden resultar poco convincentes para determinadas personas, pero podemos asegurar que funcionan y son una base muy sólida sobre la que construir nuestra recuperación.