Curar la Impotencia con los sentidos

La impotencia, la impotencia psicológica en especial es un problema que tiene solución. El problema es que intentamos hacerlo sin orientación y cada vez se agudiza más.


Decidir crear este blog (impotencia psicológica cura) no se debió a que nosotros fuésemos unos especialistas en la materia que tenían nuevas y revolucionarias maneras de solucionar el problema, fue – simplemente – porque nuestra experiencia, nuestra desagradable experiencia con el problema de la impotencia y la búsqueda de soluciones, nos obligaba a compartir aquello que vivimos y cómo conseguimos solucionarlo.

Curar la impotencia con los sentidos
Cuando padeces de impotencia, en especial cuando se trata de una impotencia psicológica, lo normal es que trates de resolver el problema por tu cuenta. Nosotros lo hemos hecho. Sí, la sociedad ha evolucionado mucho. Sí, cada vez hay menos tabús en la gente. Sí, cada vez tenemos más y mejores medios a nuestro alcance. Sí,…, pero la realidad es que no. Nuestra sexualidad, posiblemente por falta de confianza en nosotros mismos, es algo que no solemos compartir, es como si pusiéramos en duda nuestra hombría por tener problemas de erección.

No compartimos, no buscamos ayuda, no nos apoyamos en nuestra pareja y nos obsesionamos con cumplir con ella, recurriendo a trucos mentales más o menos sofisticados: buscamos métodos de excitación adicionales, recurrimos a pócimas alimentarias, intentamos retrasar el encuentro para reunir las fuerzas, etc. Te suena ¿verdad?, probablemente sí, todos lo hicimos.

En este artículo vamos a tratar de dar un nuevo enfoque al problema, un enfoque en el que descubrirás qué estás haciendo de manera incorrecta y como revertirlo simplemente aprendiendo,


Como curar la impotencia a través de los sentidos.



El principal problema que tenemos todos los hombres es que nadie nos ha enseñado qué es la sexualidad y cómo debemos hacer para disfrutar de la misma.

De las denominadas películas eróticas, de las conversaciones entre los “machotes”, normalmente hemos entendido que la relación sexual se basa en un mero encuentro en el que interviene única y exclusivamente el tacto.

Cuando tenemos problemas de impotencia tenemos que revivir aquello que nos apasiona, tenemos que redescubrir la sexualidad para poder disfrutar nuevamente de ella en toda su fuerza. Cierto es que el sentido del taco, el roce de la piel contra otra piel, tiene un gran poder erótico pero no es el único. Debemos descubrir este nuevo mudo de sensaciones para poder estimular nuevamente nuestro sistema de excitación sexual y curar nuestra disfunción eréctil.


Vista.

En cierta ocasión emitieron un programa de televisión en el que las “animadoras” del ejército explicaban sus técnicas para elevar el “ánimo” de las tropas en la segunda guerra mundial. Lo sorprendente de aquel programa fue comprobar cómo en la guerra de corea, los militares no conseguían la misma excitación aunque las mujeres que nos animaban pasaban directamente al desnudo. La respuesta era muy clara, la cuestión no está en cuanto se enseñe, sino en mostrar a la vista lo necesario, la cuestión radica en el cómo y en el cuándo. La cuestión está en percibir con la vista lo necesario para que nuestro cerebro haga el resto.

Al hablar de la vista no hablamos de tener las luces encendidas o apagadas, no es algo en lo que debamos decidirnos, existe un mundo de posibilidades: luces tenues, difusas, velas, luces coloreadas, luces dirigidas, etc.

Debemos aprender a mimar nuestro sentido de la vista, agradarlo con una decoración, una ambientación, unas ropas, etc. No dudemos en invitar a participar en el juego a nuestra pareja.


Oído.

Cómo decíamos antes, nuestra fuente de información principal: el cine erótico, es uno de nuestros grandes enemigos.

Sin restar importancia a aquellos sonidos que pueda realizar nuestra pareja o nosotros mismos durante la relación (suspiros, gemidos, gritos pueden resultar muy excitantes), tendemos a olvidar y deberemos volver a descubrir la importancia del susurro, la importancia de las palabras susurradas a nuestra pareja en momentos de complicidad.

Aprendamos cómo utilizar el sonido, cómo apoyarnos en una música agradable para ambientar la estancia, cómo de erótica puede ser la palabra: un relato breve y de alto voltaje contado susurrando en la intimidad.


Olfato.

El olfato es uno de nuestros sentidos más potentes a la hora de hablar de la relación sexual. El aroma del placer, el olor corporal de nuestra pareja excitada es un gran afrodisiaco.

Para resolver nuestro problema de impotencia debemos aprender a utilizar toda esa fuerza en nuestro provecho. Aprendamos cómo podemos ambientar la habitación (la bergamota es, según se cuenta, el prozac natural de la aromaterapia), pero no nos quedemos ahí.

Perfumemos nuestro cuerpo para resultar más atractivos (el olor a limpio suele resultar muy excitante), aprovechemos los aceites esenciales y sus fragancias para unir el tacto con un masaje sensual, el olfato con su fragancia y la vista con el movimiento sinuoso de las manos recorriendo un cuerpo desnudo que se excita bajo ellas. Debemos aprender que no es sólo el tacto el sentido que nos informa y nos excita, aprendamos a superar nuestra impotencia redescubriendo nuestros sentidos y, en el caso del olfato: ¿qué tal un baño compartido?.


Gusto.

Desde antiguo se han buscado los denominados afrodisiacos naturales, aquellos alimentos que nos van a aumentar la libido y la resistencia en la cama. Ahora no estamos refiriéndonos a este tipo de cosas sino a descubrir como el sentido del gusto puede ayudarnos en nuestro problema de dificultad de excitación.

Fresas, chocolate, aceites masaje comestibles, etc. Existen muchas posibilidades, la idea está en redescubrir el sabor de no nuevo y sorprendente, en sentir nuevas experiencias también a partir del sentido del gusto.-



Tenemos impotencia y queremos superarla. Padecemos de disfunción eréctil y queremos que se cure a toda costa. Nos empeñamos en superarla forzando la maquinaria y las situaciones o por el contrario, nos avergonzamos y reunimos a nuestra sexualidad. La respuesta no está en ninguna de las dos opciones, la cura de la impotencia (en especial la impotencia psicológica) está en recuperar nuestra confianza y nuestra libido y, para ello, debemos redescubrir qué nos pueden aportar nuestros sentidos.